Texto de reflexión. Experiencia en Marcos Paz
Parte del equipo de "Marcos de Paz"
Experiencia en Marcos Paz, por Gino Belsito
Diálogo abierto en el encierro.
“No existe mayor tormenta que aquella que puedas armar en tu cabeza”[1].
En la cocina de la casa de mi madre hay una pizarra en la que acostumbra a poner frases, fiel a su vocación docente. Aquella mañana de verano, mientras desayunaba no podía sacar los ojos de esa frase. Sin duda, me había atravesado.
Ese malestar interno, ese nudo en la garganta ante la sensación de imposibilidad de lograr lo que nos proponemos o peor aún, no tener un propósito. Esas circunstancias generan la peor versión del encierro, el de uno mismo.
En marzo de este año tuve la primera experiencia en el Complejo Penitenciario Federal 2, para jóvenes adultos, ubicado en la localidad de Marcos Paz, en el Gran Buenos Aires. Participé junto al equipo de CIEDEPAS y el programa “Marcos de Paz”, el cual surgió por iniciativa de la Procuración Penitenciaria de la Nación y tiene por objetivo la promoción del diálogo en situación de encierro.
Esa mañana de marzo, subimos a una combi para iniciar aquella travesía hacia la zona oeste del Gran Buenos Aires. En el camino los integrantes de “Marcos de Paz” nos comentaron cuál era la dinámica de trabajo que iba a utilizarse en aquel encuentro con los internos, como así también algunas vivencias que tuvieron en sus visitas a Marcos Paz. Se percibía, sobre todo en quienes íbamos por primera vez, la excitación, la incertidumbre y las ganas de llegar.
Una vez allí, luego de pasar por los controles de seguridad, se nos brindó un aula a la que llegaron 15 internos, para participar del encuentro. Nos sentamos en sillas formando una ronda, para iniciar el círculo de diálogo y así todos poder vernos la cara y prestarnos atención.
Cada uno tuvo su momento para presentarse y poco a poco comenzó a percibirse un clima distendido y de confianza. Las palabras utilizadas, los modos y la actitud con la cual nos desenvolvimos, creo que fue fundamental para el clima logrado.
Aquellos prejuicios culturales que llevaba, se esfumaron en el primer contacto con los jóvenes. Noté chicos que principalmente, necesitaban ser escuchados, ser tenidos en cuenta, ser considerados personas.
Aquello que llevaba conmigo sobre el estado obsoleto de la justicia retributiva, pude confirmarlo y reforzarlo en aquel encuentro. Percibí la antipatía con la que hablaban al referirse a los guardias y al sistema carcelario en general, los vi frustrados y “atormentados”. Aquella idea de justicia restaurativa, con el fin máximo de reintegrar al individuo a la sociedad, la advertí lejana.
Hoy, tres meses después de ese primer encuentro, siendo parte del equipo “Marcos de Paz”, considero que, si bien estos jóvenes tomaron un camino equivocado, cuentan con la capacidad de realizar una autocrítica. El equipo interdisciplinario de “Marcos de Paz” trabaja fortaleciendo estas capacidades y brindándoles las herramientas para que puedan verse en otros contextos.
Destaco la importancia de la palabra, el diálogo, la escucha activa y el respeto, para crear ambientes propicios en el que todos puedan expresar sus diferencias sin que ello genere conflicto. Confío en la utilización de estas herramientas en el trato cotidiano con guardias e internos, como una nueva manera de vincularse.
Aquella frase que un día leí en la pizarra de casa, hoy la hago propia: “No existe mayor tormenta que aquella que puedas armar en tu cabeza”, y le agrego “Es posible ver el sol, aún en el lugar más oscuro”.
[1] Sonia Cervantes. Psicóloga y escritora.